Aquel 31 de diciembre, el pueblo amaneció vestido de blanco. Los hombres cogieron sus palas y abrieron caminos. Las mujeres encendieron la lumbre y cocinaron. Los niños, bien abrigados, salimos a tirarnos bolas y a hacer muñecos de nieve.
Sólo se veía la 1 de TVE y a veces, muchas veces, ni siquiera ésa. Por suerte, aquella noche sí pudimos ver y oír las campanadas, pero no teníamos uvas y como la tradición es la tradición… A falta de uvas, buenas eran las pasas para pedirle al nuevo año unas migajas de felicidad que, como venía siendo habitual, nos repartiríamos equitativamente.
Nota: Con este micro he participado en el concurso mensual de EURO - PA - LABRA, un blog que tristemente cerrará sus puertas coincidiendo con los últimos estertores del año en curso.
¡Feliz 2012 para todos! Abrazos.